Autoestima

Siempre he pensado que las cosas no son ni blancas ni negras y que todo depende de las perspectiva desde donde se miren. Incluso a veces, las cosas que bien pudieran parecer estar lejos de la mínima discusión o duda posible, pueden terminar desembocando en todo lo contrario de lo que parecía.  Por todo ello pienso que no deberíamos subestimar, ni menospreciar ni idealizar a nadie, sea quién sea. Pero lo cierto es que, una cosa es lo que "debería" ser y otra es como realmente es. De hecho, todos tendemos a valorar y tratar a las personas según la idea que tenemos preconcebida de ellos. Sobre todo, les juzgamos según su valor adquisitivo y status social. Es triste, pero lo cierto es que no todos somos iguales ni tratamos a los demás del mismo modo.

En todo ello, entra en el juego, una palabra muy importante en las relaciones sociales que es la palabra que quería tratar en esta ocasión y, que se me ha ocurrido, recordando ciertas etapas de mi vida y leyendo una entrada de un blog que me ha gustado mucho: 

http://www.felicidadenlavida.com/search/label/autoestima

Esa palabra es AUTOESTIMA.

Estoy de acuerdo que las tres premisas fundamentales para aumentar nuestra autoestima son:

1- Quererte más como persona.

2- Valorarte más como persona.

3- Respetarte más a tí mismo.

Estas tres cosas están muy bien, pero hay una cosa que creo que nos olvidamos, y es que, los seres humanos, vivimos en sociedad y como tal, es importante y necesario, que nos relacionemos y nos integremos con el resto de las personas, por lo tanto, tenemos que saber a aceptar a los demás, tal y como son, y hacernos aceptar nosotros mismos. 

Eso de "más vale solo que mal acompañada" esta muy bien pero hasta cierto punto, y supongo que sólo nuestra personalidad es quién nos puede indicar las pautas correctas para saber hasta que punto debemos de ser más flexibles y permitir ciertas cosas y hasta que punto no. 

El no perdonar nunca, creo que no es correcto, como tampoco es correcto, el perdonar todo lo que nos hagan reiteradas veces. 

De cualquier modo, lo que está claro es que la edad es un grado y a medida que nos vamos haciendo mayor, vamos aprendiendo tanto de la vida en sí como de nuestros propios errores. También es cierto que quién te valora y a quién importas, va a estar en las dudas y en las maduras y eso es lo que uno tiene que saber detectar y, sobre todo, valorar.