martes, 7 de agosto de 2012

Tipo de gentes.

Hay quién se cree que es el ombligo del mundo. Que lo único que importa es él mismo y sus circunstancias, y lo que le sucede a los demás, no sólo no es importante sino que no interesa a nadie. Ni siquiera a los propios protagonistas. 

Hay quién se cree, además, inmute ante cualquier mal que atañe a la humanidad. Que jamás van a necesitar consuelo ni la ayuda del prójimo y que, de llegarla a necesitar, todo el mundo, sin excepción ni justificación alguna, se tendrán que entregar en cuerpo y alma a la "causa", es decir, a su propio bienestar, dejando, si es preciso, el bienestar propio. 

Esta gente se creen que están por encima de todo bien y todo mal, y como seres superiores, únicos y especiales, consideran, sin el más resquicio de duda, que hay que tratarlos.

Tanto es así, que su soberbia les impide admitir sus propios errores, aunque tan sólo sea a ellos mismos. 

Lamentablemente hay gente así y más de lo que nos imaginamos. De hecho me atrevería a a decir que el mundo está gobernado por gente de esta forma de ser. Por eso el mundo va como va y todo ello, es lo que complica la vida y hace renacer en el fuero interno del ser humano, los brotes de maldad, que, en la mayoría de los casos, renacen y se hacen realidad. 

No es que eso esté bien, obviamente. Pero es que en este mundo imperfecto resulta necesario para sobrevivir responder ante la maldad, porque en esta vida, o te defiendes y reaccionas ante las injusticias o te pisan, te avasallan, te hunden y te hundes hasta terminar muriendo. Suena triste pero es así. No vivimos en un mundo idílico donde todo es vida y dulzura. No. Vivimos en un valle de lágrimas. 

Muchas veces me revelo porque el mundo sea así. Intento pensar que las injusticias no son más que una excepción y que, en realidad, lo que más abunda es la generosidad y la humanidad. No dudo que existan estos valores entre los seres humanos, pero lo que sí es cierto, es que la maldad reluce más que cualquier cosa y no deja de ser una pena. A mí no me gusta, por eso, repito, me revelo y me enfado. No me gusta que para sobrevivir yo tenga que pasar por encima de otro o viceversa. No me gusta. ¿Tan difícil es que podamos sobrevivir los dos y que nos podamos ayudar mutuamente? Pues no, parece ser que no. Por eso yo muchas veces me siento como pez fuera del agua. Me siento un bicho raro y pienso que este mundo no está hecho para mí o que yo no soy de este planeta.

Se me viene a la cabeza la letra de una canción: "Yo busco en cada uno la cara más bonita que me puedan regalar". Pues sí, intento buscar siempre lo bonito de la gente, porque si de algo estoy convencida, es que todos podemos o somos capaz de aportar algo bueno a los demás, y que nadie es tan malo cómo quiere o se empeña en demostrar ser, ni tan malo cómo pensamos que sea, pero no siempre es fácil ver ese lado bueno de las personas. Muchas veces se resiste en ser mostrado a la luz, quizás porque piensan que de hacerlo, se vuelven en más vulnerables y en "la diana" perfecta ante el ataque de los demás.

1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho tu post.
    No creo que seas un bicho raro, sólo una especie en peligro de extinción, que debería estar protegida.
    Un beso muy fuerte.

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