Cada día que pasa me doy cuenta de lo frágiles que somos los seres humanos, de nuestra condición de mortal y de lo fácil que es que un día estemos, y en cuestión de segundos nos podamos ir para siempre.
A la gente, como norma general, le da miedo hablar de la muerte, yo no soy un caso excepcional. Creo que todos tenemos miedo a lo desconocido y con sus pros y sus contras, nos gusta pertenecer a este mundo y queremos vivir, por ello, nos aferramos a la vida como a un clavo ardiendo.
Indudablemente, a veces sin quererlo, nos invade las dudas sobre el día que llegue nuestra partida. Yo sólo pido dos cosas:
-Que deje alguna enseñanza en el mundo. Algo que sirva para la prosperidad. Que en definitiva mi paso por la vida no haya sido en vano.
-Que haya gente que le duela mi muerte porque de verdad me hayan querido o me quieran.
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